
Flores adornando tumbas, cuerpos marchitos lamentándose por su insaciable apetito. No hay pensamientos o sentimientos, sólo el irrefrenable deseo por un festín de vísceras. Moraban entre los gusanos, mas han surgido para reclamar lo que siempre fue suyo. Devoradores de carne, en busca de ese último alarido que arrancarán violentamente. Vagarán sin rumbo, no habrá alma mortal en ser perdonada. Los ojos de todos y cada uno se transformarán en opacos fosos hacia la perdición. Cenizas en el viento, oxido y escombros. Los monumentos han caído, ya no hay orgullo en lo que antes fue, sólo el recuerdo que quedará aplastado bajo el implacable paso de las hordas. Flores para la no muerte, cenizas para la no vida, una eternidad entre la podredumbre.