Flores adornando tumbas,
cuerpos marchitos lamentándose
por su insaciable apetito.
No hay pensamientos
o sentimientos,
sólo el irrefrenable deseo
por un festín de vísceras.
Moraban entre los gusanos,
mas han surgido para reclamar
lo que siempre fue suyo.
Devoradores de carne,
en busca de ese último alarido
que arrancarán
violentamente.
Vagarán sin rumbo,
no habrá alma mortal
en ser perdonada.
Los ojos de todos y cada uno
se transformarán en opacos fosos
hacia la perdición.
Cenizas en el viento,
oxido y escombros.
Los monumentos han caído,
ya no hay orgullo en lo que antes fue,
sólo el recuerdo que quedará aplastado
bajo el implacable paso de las hordas.
Flores para la no muerte,
cenizas para la no vida,
una eternidad entre la podredumbre.
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Imaginante y cuentista de la Ciudad de México. Escribo sin saber lo que hago y, a veces, me sale bien.
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