Ese hijo de perra estaba frente a mí y lo primero que hice fue darle un golpe en la cara. Error mío, porque inmediatamente lo bloqueó y después me sojuzgó sobre el suelo. Parecía sorprendido por mi reacción. —Calma, idiota, no quiero hacerte daño. Sudaba mucho, a chorros. Sentía la boca seca. Miré hacia … Continuar leyendo El ruido está en nosotros: Epílogo