A pesar de los dioses […], seguiré existiendo

 

 

Estábamos hambrientos, tan escuálidos como unos crustáceos. El vaivén del mar nos acurrucaba en su lento y mortecino baile. Nos tomamos de las manos, quitándonos la pena por ser hombres y viejos marineros. Nada podía darnos esperanza aquella infeliz noche, porque era la de nuestra muerte.

O la de algunos.

El capitán estaba arriba, de seguro exánime e incompleto de sus frondosas partes. Dejó de respirar de la manera más horrenda que pudimos imaginar. Ese monstruo del inframundo no tenía piedad.

Tomé la pipa de John Perkins, suponiendo que él ya no lo necesitaría; porque también estaba muerto. Fumé un poco de la hierba tranquilizante, excelente ayuda para los mareos, luego se la pasé a los demás. Des Chaveux fue el único que no quiso, estaba tan aterrado que no podía hacer otra cosa que mirar hacia la cubierta.

La primera ronda la haría yo, Kevan Lawful, vigilando hasta que el siguiente tomara el turno. Para mi suerte, eso de nuevo me hacía merecedor de la pipa, así que fumé todo lo que restaba de ella. Por fortuna, después del silencio más incómodo de mi vida entre maderas húmedas y oscuridad apabullante, nada pasó y volví a nuestros improvisados aposentos. Cuando me tocó dormir un poco, tuve sueños horribles de los que por fortuna no recuerdo.

Kevan durmió casi de inmediato. El hijueputa no dejaba de moverse cuando lo hacía. Parecía un niño. Supuse que estaba teniendo la peor de sus pesadillas y yo mejor me puse a mirar a los rincones, por si la Cosa volvía por nosotros. El sabio Wodd, Tom Wodd, dijo que una vela y la estampa de San Nicolás lo alejaría. Al parecer tuvo razón, porque seguíamos vivos. Quise orinar, pero me contuve. Un tiempo más.

Un maldito tiempo más.

Si volviera a casa, dudaba mucho que sucediera así, iría al burdel más sucio y me cogería a todas las putas del lugar. No importa si me hincha el pene, que para eso está. Ese pensamiento me hizo sentir mejor. Vi al pequeño Theo con Des Chaveaux, abrazados como si fueran padre e hijo. Sentí pena por ellos y de la inmundicia que nos rodeaba. Hasta adónde hemos llegado.

Por los siete mares, si me aguantaba más se me reventarían las entrañas. Los dejé un momento a solas para ir al cuarto contiguo, donde supuestamente hay aceite, harina y un barril casi vacío de algo que no recuerdo. Ahí sacaré todo.

Oh, el horror. El grito nos levantó a todos. Yo estaba soñando con Brunilda, entre sus brazos, besándonos como si fuera el último día del mundo. Creo que Des Chaveaux me estaba abrazando, y sacó su navaja, blandiéndola contra seres de la oscuridad que no existían. Su cara era impertérrita, pero sus manos trémulas. Parecíamos unos chiquillos aterrorizados por un monstruo sacado de las tenebrosas historias de nuestros padres.

También temblando, Kevan agarró con sus dos manos un marro. Preguntó que quién había gritado. Nos miramos y no estaba el viejo Harry; a él le tocó vigilar. Al sopesar las circunstancias, supimos lo que había pasado y de su trágico destino.

De seguro fue a orinar el desgraciado, dijo Des Chaveaux. Estaba muy enojado, y asustado. Yo le dije que podía cagar o mear aquí. No debíamos salir solos, murmuró Kevan que parecía más estar soñando que despierto.

Les dije que tenía miedo y hambre.

Todos tenemos miedo y hambre, dijo Des Chaveaux.

Los tres fueron al cuarto contiguo y parte de Harry estaba ahí. Ojos arriba, llenos de dolor, boca que todavía respiraba y solo un brazo colgante. Hablar con él sería fútil, así que lo dejaron morir. No pasó ni un minuto cuando dejó este mundo en agonía y locura. Cada uno de los barriles estaban rotos. Ya no habría oportunidad de comer ni siquiera un poco. Nada.

Regresaron y, por entre los rincones de este malévolo lugar, escucharon su voz…

Vengan, vengan… Pronto acabará la pena…

No hicieron caso al funesto llamado; asimismo Des Chaveaux tomó la mano del joven y se fueron juntos. Kevan los siguió.

De regreso nomás había oscuridad. La vela estaba apagada y la estampa desaparecida. No había escapatoria. Aun así, a punto de caer en pánico, Kevan tomó valor y los guio hacia arriba en un último intento de escapatoria. Por lo menos tenían que arriesgarse y tirarse por la borda. Que las suertes del mar los dejara vivos o muertos. Si una bendición llegaba a ellos, una pequeña isla los acogería.

Cuando subieron, todo estaba desordenado, cada pasillo del barco era una caos. No miraron más, cada uno tomó una tabla, y…

Theo gritó de agonía; fue tomado por el monstruo… Humano, pero traslucido. Otra vez lo vieron y se quedaron paralizados. Ahora era su momento de desaparecer. En un arranque de valentía, Des Chaveaux tomó su espada y golpeó contra la Cosa, sin embargo, no tuvo efecto alguno.

Kevan quiso ayudarlo, pero era inútil. En su mente se despidió de su viejo amigo de aventuras y se tiró por la borda.

No sin antes escuchar otro grito de dolor.

Des Chaveaux desapareció como los otros.

Y Kevan sintió la fresca brisa alimentando sus deseos de libertad y ganas de vivir.

Creo que llevo unos dos días así; ya no veo al barco. En mi cantimplora ya no hay agua. Pronto moriré.

Nada está cerca, nada existe a mi alrededor, solo el movimiento del mar y las olas; ni aves ni peces. Es como si nomás yo fuera lo único que existiera en estos momentos. Nada más. Abrí mi mojada billetera y vi la foto de mis nietos. Estaba en blanco, solo podía ver a mi esposa, que había muerto de tuberculosis.

No sé qué será de ellos, de mis nietos. Quizás tampoco ya existan.

Como el color del cielo, ni azul ni negro. Impoluto.

Lejos, lejos de mí, posiblemente nada tenga sabor, ni color. Un poder divino nos borra, nos desaparece, creyéndose con todo el poder para hacerlo. Y lo hace.

Tengo la dicha de que moriré con dignidad.

Tengo la dicha de que, a pesar de los dioses malignos de papel y tinta, seguiré existiendo hasta el final de mi trágico destino.

Un comentario sobre "A pesar de los dioses […], seguiré existiendo"

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s