En mis sueños veo mis dientes romperse
uno a uno los observo caer
mis encías duelen, supuran.
Voces
las encantadoras voces
eterna compañía.
Amor…
¡Mentiras!
Amor…
¡Mío!
Dilaceración, inmolación del espíritu
viaje sin fin
entre los ángeles de Dios.
Blanco, el apacible blanco
mullida prisión
dentro de los confines de mi infinito personal.
Muerdo mi lengua hasta cercenarla
después
después parálisis.
Gimo entre mordazas
palabras ininteligibles
que alaban y maldicen.
Meses, semanas, días
meciéndome al ritmo
del tic-tac del reloj.
Los hombres sin rostro llegan
vienen por mí.
Los imagino de rodillas
mientras arranco trozos de su carne
masticando, tragando.
Pero no puedo
lo único es esperar el tan dulce sopor.
Una cegadora luz
un mar de miradas
huelo el acero
acercarse.
Voces
las encantadoras voces
que me dan su despedida.
Aguda punta de acero que viola
frío que invade mi cuenca.
Un destello y un cling
que muerde mis pensamientos
mis recuerdos, mis temores
y mi ira.
Después
después ya solo habito tras una nebulosa cortina
de sonrisas vacuas y un eterno vegetar.
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Gracias, muchas gracias.
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