
Tic. Tac. Tic… Bailo, bailo con tu descolgado cuerpo saboreando cada oscuro recoveco en un pútrido son de música muda, pensando en llamas y seres de bestiales ojos, friccionando dedos callosos contra cuerdas que garras rompen en desazonados chillidos de odio, de ardor. Bailo así, asá, dando vueltas con tu cuello perdido en el aire, suponiendo bellas palabras de melodiosa voz de mujer deshabitada; tejiendo gemidos en los oídos que ya no escuchan, y queriendo que tu sonrisa no fuese eterna, ni finadamente dolorosa. Helena, suave y helada Helena, tus cabellos macilentos me hacen recordar que hasta a la muerte la vida se le acaba… La danza continúa, mientras los olores a flores marchitas ensalzan lo que no me atrevo decir, pero esos ojos pálidos, crepitantes huesos, tacto como témpanos, mudaron de un pasado en el que me olvidabas; ahora, te siento más tú que antes, aunque canciones ya no cantes… Y yo, con mis demonios alegre, deseando que mi proscrito calor penetre en tu frío sabor a muerte.
[…]Y queriendo que tu sonrisa no
Me gustaLe gusta a 2 personas
no fuese eterna[…]
Este verso es evocadoramente familiar. Me ha gustado mucho.
Me gustaLe gusta a 2 personas
¿Familiar? Interesante, interesante. Qué bueno. Un poema un tanto tétrico, pero tiene su propia belleza, supongo.
Saludos, Elisa 😊.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Reblogueó esto en RELATOS Y COLUMNAS.
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡Gracias!!
Me gustaLe gusta a 3 personas
De nada!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Gracias por su tenebroso reblogueo 🙏.
Me gustaLe gusta a 3 personas
Encantado. Entre blogueros debemos de apoyarnos.
Me gustaLe gusta a 3 personas
Los pequeños detalles de la imagen me gustan.
Me gustaLe gusta a 1 persona