El reencuentro

El sufrimiento estaba a punto de llegar a su fin; tanto tiempo de investigación, de intenso trabajo, de lágrimas derramadas, de dolor… Todo debido a los conflictos morales y la culpa, la cual había llevado a cuestas desde que emprendiera su macabra empresa. Pero ahora eso quedaría atrás y volvería a sentir esa dicha que había quedado enterrada bajo la miseria, esa dicha que casi había olvidado. Lo único que debía hacer era realizar ese último gran acto, ese acto que durante toda la historia de la humanidad había sido sólo competencia de Dios: conceder vida.

Contempló el laxo cuerpo que estaba tendido sobre la mesa en el centro del sótano, no pudo evitar sentirse orgulloso y a la vez ansioso por lo que estaba próximo a hacer. Deslizó la punta de sus dedos por la piel, su enfermizo tono amarillento le confería una belleza inusual; recorrió cada centímetro deleitándose con su roce. Por unos momentos se perdió en esa vidriosa mirada que, hasta ahora, lo seguía culpando de lo ocurrido.

Apartó los ojos. Sería mejor que se concentrara nuevamente en su tarea.

Se dirigió a la computadora que controlaba la maquinaria e ingreso los códigos para que comenzara el proceso. El cuerpo fue depositado dentro de una pequeña piscina llena de un rojizo y gelatinoso líquido que fue electrificado.

Después de varios minutos la mujer se incorporó, la viscosa sustancia adherida a su piel. Su vista se clavó en él. Lo observaba con atención. Al principió pareció que no comprendía lo que estaba sucediendo, pero de pronto levantó una mano y lo señaló.

Una trémula voz, apenas un suspiro, salió de su boca.

—T-t-tú —comenzó a salir de la piscina.

—Estás viva, amor. Vuelves a estar conmigo.

—Tú… tú —con torpes pasos caminó hacia él—. Tú me mataste.

—Entiéndelo, fue por nuestro bien. Fue por tu bien.

Las pupilas de la mujer se contrajeron. Intentó agarrarlo. Tropezó.

—Lo recuerdo todo… todo —desde el suelo lloró un llanto sin lágrimas—. Me golpeaste, me estrangulaste. Aún puedo ver tu ira mientras lo hacías, como lo disfrutabas.

—Sí, te maté, pero es algo que tenía que hacer, era la única manera de que no me dejaras. Ahora te he traído de vuelta, te he dado nuevamente la vida.

—Lo que hiciste fue convertirme en una aberración.

—Podremos estar juntos para siempre.

—No quiero estar contigo, nunca lo quise. Tampoco quiero existir de esta manera, soy la representación carnal de una blasfemia. ¿Por qué me hiciste esto? —llevó las manos a su cara y comenzó rasguñarse. Las uñas se enterraron en su carne, desgarrándola.

—¡No! No permitiré que te hagas daño —intentó detenerla, pero no lo consiguió, era mucho más fuerte que él.

El frenético ataque hacia ella misma continuó; la carne de su cara se desprendió hecha jirones, uno de sus ojos salió de su cuenca, arrancó partes de su cuero cabelludo. Nunca escurrió una gota de sangre.

—¡Detente, por favor! Todo esto lo hice porque te amo. Te amo.

—Yo te odio… ¡Te odio!

—Se supone que todo iba a ser perfecto, que íbamos a ser felices.

—Tú y yo nunca podremos ser felices, así es que termina con esta locura de una vez. Mátame, vuelve a hacerlo.

—No. No me pidas eso. Qué no te das cuenta de que no puedo estar sin ti.

—Si no lo haces, continuaré haciéndome daño, despedazándome hasta que no quede nada de mí —metió un dedo entre sus dientes y mordió hasta que lo trozó.

El hombre agachó la cabeza. No podía entender qué había salido mal, por qué no quería estar con él si para eso la había revivido. Se dirigió hacia una puerta que estaba junto a las escaleras y sacó un hacha. Arrastrando los pies volvió.

—Lo siento, amor.

El arma descendió e impactó en el pecho de la mujer. Los ojos volvieron a perder el brillo y se quedaron fijos en los de él, mientras el filoso metal golpeaba una y otra vez.

Esa misma noche, junto al cadáver, el hombre se rebanaba la garganta con la esperanza de que quizá, del otro lado de la vida, lo amaría por toda la eternidad.   

5 comentarios sobre “El reencuentro

  1. Reblogueó esto en Algún lugar en la imaginacióny comentado:

    Sé que he estado ausente de Algún lugar en la imaginación, pero eso no quiere decir que haya dejado de escribir, simplemente me he dedicado a hacerlo para otros proyectos, personales y colectivos, en los que participo. Y como no soy muy prolífico (creo que ahora un poco más), además de que escribo muy lento, pues a veces no me da el tiempo ni la cabeza para hilar historias para este blog. Por ese motivo, en lo que me despejo, estaré rebloguendo los textos que he escrito para Tenebris Ficta, desde el primero hasta los más recientes que he publicando ahí.

    Gracias por seguir aquí y una disculpa por no haber atendido el sitio como es debido.

    Este fue mi primer cuento para Tenebris Ficta, publicado el 12 de julio del 2021.

    Le gusta a 2 personas

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